Crónica de Jueves


24.

Veinticuatro.

Gente de fiesta.

Farra.

Del verbo fiestear.

Pick up line.

Or maybe just cliché line:


Me encanta ir al cine sola.


-N-O-T-


Y menos cuando te rodean binarios, creyéndose poseedores de toda verdad,

de todo lo que representa ir al cine.

Para su información, cine no es sólo besuqueo.

Los cinéfilos estamos bien con nosotros mismos.


Ton coeur. à la folie.

Artichaut.

Desacralizándo-me.

Catársis

Let's blog I said.
Ayer fui a ver Control por segunda vez, aquella publicitada y excelente película que retrata la vida de Ian Curtis en imágenes monocromáticas, riffs post-punk y bailes exóticos. Las decisiones no se meditan, sólo se toman y ya. Se salta al abismo (tema frecuentísimo en este su blog de confianza), de un día a otro estás en la cima del mundo, vendes muchísimos discos y a la mañana siguiente tu cuerpo aún tibio cuelga de la soga del tendedero de ropa. Such is life.
Un día estás despertando en tu casa y desayunando hot cakes con tu familia alrededor del desayunador de la cocina, escuchan Radioactivo 98.5 en su programación dominical que incluye a Kalimán (Con K o con C? who cares). Le untas cajeta y Nesquick a tus panquecas. ¿Qué más importa? Eres feliz y te ríes. Otro día estás en la escuela, comiendo boing congelado y marchando en la escolta. Con cinco parpadeos estás arriba de un avión con destino a la ciudad del aroma a pan: Paris. Otro flashazo te recuerda que estás recostada sobre la grama fluorescente del Jardín de la Ciudad leyendo el ejemplar más reciente de LesInrocks. Otra noche besaste a un francesito. En una ocasión distinta fue a una sueca. Ya qué importa quién sea. Luego estás a bordo de un avión distinto, con ganas de vomitar. Aeropuerto Angustia de Abandono. Días de transporte público y lluvia sin botas de lluvia. All of a sudden estás en un hotel celebrando año nuevo con tu familia paterna y tacos aguja de 15 centímetros. Un día corriente en clase del medioevo. Un roce de manos con el individuo de la banca contigua. Otro día lo besas porque acaba de comer un helado que tú no tienes permitido y quieres probar el chocolate que le quedó en los labios. Luego vas a ver películas. Y más películas. Un día distinto te sentaste atrás de la puerta de tu casa y lloraste hasta creer que te secabas por completo. Abres otra vez los ojos y estás sola entre un montón de gringos viendo a una de las bandas más emblemáticas de la humanidad. Ahora te reprochas el haber leído comentarios dentro de internet que no esperabas hallar. Luego caminas al pasillo de tu facultad y compras café. Y bebes uno, dos, seis vasos. Por más que te quieras despertar no lo logras. Y un día como hoy reflexionas sobre el cómo pasaste de una mañana de domingo perfecta con la familia más ñoña y hermosa del mundo a ver una serie de televisión frívola (pero buenísima) sintiéndote sola. No más ni menos que en otras ocasiones, sino sólo haciendo memoria y poniendo en evidencia esa condición que nunca se va.
Hay días como hoy, donde me gusta escuchar Sunday Afternoon de Rachael Yamagata y esperar a que llegue el domingo para NO poder llorar. Hay semanas como ésta, donde te sientes permanentemente vulnerable y te sonrojas al observar a la srita. Fendi glasses. Hay meses como éste donde lo único que prevalece es la falta de coherencia, de agallas, de prudencia, de ganas, de honestidad y de realizaciones cotidianas.
Hay segundos como éste donde me sumergo en críticas textuales de mi propio pasado/futuro. Y me sonrío como si supiera la respuesta. La verdad es que no hay respuesta. Una mirada enigma con doble vista. Los extraño a todos. Y sobre todas las cosas, me extraño a mí.

"Don't tell anybody anything. If you do, you start missing everybody" JD Salinger, The catcher in the rye.

Mitología

Afro-Dita