Pandemia personal

The Kills tienen una canción muy linda, con la cual cierran su Midnight Boom, llamada Goodnight another bad morning.
Pienso que ese es uno de los discos que más me ha gustado en estos últimos años, quizá y uno de mis tres consentidos del 2008. Anyway, de eso no se trata el post.
Hay una frase que dice "All of our secrets coming undone". Comencé a acumular secretos desde el día que se cortó el cielo. Pero eso no lo supe en ese preciso momento. Y fue todo tan pasivo y escondido que ahora mi intuición indica que todo está por derrumbarse.
No quiero.
La siguiente frase de la canción dice: "what a beautiful state we're in"
Y eso me vincula a otra canción que dice "there's beauty in the breakdown"

Pero si el breakdown destruirá mi familia, renegaré mi carácter de artista.

Sí, comencé a acumular secretos. Secretos ajenos y dañinos. La verdad es que lo que más miedo me da es no poder huir esta vez. La gente piensa que huir es fácil, pero, trust me, no es así.
And still, I need something better than running away, como diría mi amada Natasha Khan.
Little miss violetta is in a crying mood.
F está enfermo. Si a F le pasa algo, huiría de la vida misma. Hoy lo sentí. Sentí ese desasosiego con sólo imaginarlo lejos, imaginarlo en la nada. Pfff no podría. Henry Miller, never leave me.

Aterrada hasta la médula. Veamos ahora mi comercial predilecto, porque no hay nada mejor que la mercadotecnia, Paris, Sofia Coppola y la innecesaria necesidad que tengo de tener ese perfume:



Update post lectura:
No le he hecho justicia a mi sentir. Me estoy derrumbando, y no puedo llorar. Por más que me ardan los ojos, no puedo llorar. Au secours! (ni frases de auxilio que me suenan tan ridículas en emisiones francófonas me animan)
Ya no puedo con los secretos, y la policía de mi karma me canta: we hope that you choke.

Godzilla-graduation







Contrapunto

Con una vela en la mano se dispuso a bajar por las escaleras. La luminosidad que despedía la candela tornaba los sombríos tonos de noches primaverales en muestrarios cromáticos portátiles, unidos por argollas y resistentes al agua.
No solía saber nada, como siempre. La rutina permanecía estática. Pensó rápidamente: "sin arte", remitiendo sus memorias a las etimologías de clases de latín. Sin arte, un devenir cansado de su propio devenir, una rutina que, de ser penetrada adecuadamente, despertaría sueños mal cuajados, cupcakes crudos y desesperación. Sin embargo, el cansancio permeaba la rutina y la rutina se arrastraba en los caudales escamosos del cansancio, criaturas míticas y oroburos protectores de vicios.
Recordó sus clases de música.
Y no, nunca tomó clases de música formalmente.
Bueno, sí, pero le gusta mantenerlo en secreto. Su falta de talento era innata y por más que trataba nunca pudo conseguir una interpretación decente. Los bemoles, acordes y composiciones se negaban a permearla.
Compensó la falta de talento con un amor transformado en melomanía. El mejor cumplido jamás recibido.

* * *

Clases de música.

Sentados junto al piano de la sala discutíamos de asuntos irrelevantes que arrancaban bruscas risas de mis entrañas. Le pedí que me enseñara de música.

Me pidió que le enseñara de música. Definiciones, más que nada. Melodía, armonía, ¿cómo explicar el contrapunto?

Piezas de rock alternativo para ilustrar dos líneas con movimientos distintos pero acompasados, un acompañamiento diverso que creaba ese equilibrio sonoro. Contrapunto.

Le mostré distintos ejemplos, pero ella no comprendía. Fui paciente y en mis adentros me reía del encanto que su torpeza poseía para poderle enseñar ese concepto.

Contrapunto. Mi vida se bifurca y las dos vertientes me envuelven causando caos. Una armonía que separada no es más que un sonido consumido por predisposiciones y miedos. Una interdependencia en mi contrapunto, porque la falta de costumbre ante la felicidad y los arranques pasionales me están colapsando.

Ella no se sabe contener. Y, a pesar de ello, sus lágrimas se quedan estancadas en sus párpados, y en sus canciones apropiadas. Y en esa agitación que siente en el pecho.


* * *
Con una vela en la mano él se dispuso a subir por las escaleras. Y regaló sobria monocromía por cada rincón del recinto. La acarició y la apaciguó. No le haría daño y se insertaría en su mismo nivel, cobijándola con canciones ajenas que sólo le pertenecían a él. Pero que había guardado para ella. él no sabe nada de clases de música, pero lo sabe todo sobre la música. Como nunca, él solía saberlo todo. Se revelaba de momento como preludio, pues anticipar más es una desfachatez. Pero él sabe que ella sabe lo que vendrá. Y lo entusiasma. Y la toma de la mano, se recuesta a su lado y escucha su agitación, sus sueños y el movimiento de sus cabellos.

Ella conoce el poder de la narración. Y de la palabra, porque es la única forma en la cual se puede construir. Co-autoría.
Y ella observa con cuidado su propio cuerpo desgarrado. La dramática representación de su desmembrado ser la conmueve. Se une con una aguja, finas vetas de plata y vibraciones sonoras. Ella se conoce como contrapunto. Aunque ya haya perdido toda noción de aquél concepto. Se sabe un híbrido eufórico pero atemorizado, incontenible. Y se derrama, en silencios, temblores, besos, letras, miradas, suspiros, anhelos, bloqueos, ritmos, conjunciones. Es como tratar de hallar ángulos entre las olas del mar. Gritos y ambigüedades. Se sonríe porque escribió. Y se escribió.

Everytime I rise I see you falling, can you find me space inside your bleeding heart? (porque hay veces en las que los epígrafes encabezan los finales)